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El exilio

El Exilio

Después del golpe de Estado muchos uruguayos abandonaron el país para salvaguardar sus libertades y, en algunos casos, sus vidas. La crisis económica instalada desde de la década anterior, ya había provocado el inicio de un proceso migratorio que se agravó con la dictadura. Se estima, por tanto, que, entre 1963 y 1985, aproximadamente 380.000 uruguayos abandonaron el país por motivos políticos o económicos.

Las formas de salida y las rutas de llegada a los países receptores fueron múltiples, así como las experiencias de las distintas colectividades de exiliados dispersas en varios continentes.

En una primera etapa los exiliados se asentaron en países cercanos, tales como Chile y Argentina bajo los gobiernos de Salvador Allende y Héctor Cámpora respectivamente, en donde existía un clima ideológico favorable a los emigrados.

Tras los sucesivos golpes de Estado en estos países (setiembre de 1973 en Chile y marzo de 1976 en Argentina) y la sistematización de la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur de América Latina, varios exiliados lograron abandonar estos países y trasladarse a lugares bastante más lejanos, mientras otros sufrieron la cárcel, la muerte o continúan desaparecidos. Esta nueva fase del exilio uruguayo abarcó otros países latinoamericanos, entre los que se destacan México, Cuba y Venezuela e incorporó otros muchos destinos en Europa y Asia.

Como lo prueba la intensa movilización que tuvo lugar durante estos años, el del exilio fue también un verdadero frente de oposición y denuncia de la dictadura uruguaya. En este sentido, el accionar de las agrupaciones y de algunos políticos exiliados, tales como Zelmar Michelini (asesinado en mayo de 1976) o Wilson Ferreria Aldunate, logró importantes condenas internacionales al régimen dictatorial uruguayo. A ello debe agregarse el exilio de colectivos del ámbito de la cultura, como fue el caso del elenco del teatro “El Galpón” que se reagrupó en México.

Los primeros retornos se produjeron en coincidencia con las incipientes señales de apertura democrática. No obstante lo cual, recién después de instaurado el gobierno democrático pudo pensarse masivamente en el regreso, propiciado por la creación en marzo de 1985 de una Comisión Nacional de Repatriación cuyo cometido era facilitar el retorno de los uruguayos exiliados. Por diversas circunstancias -entre las que sobresalen factores económicos o familiares- muchos uruguayos prolongaron la estadía en sus respectivos lugares de exilio.

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